miércoles, 24 de abril de 2013

SÓLO ES VÁLIDA LA PALABRA PRONUNCIADA



ÚLTIMAS PALABRAS DEL DISCURSO DE JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD

CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 2012.







“Creo honestamente en la capacidad paliativa de la poesía, en su potencia consoladora frente a los trastornos y desánimos que pueda depararnos la historia. En un mundo como el que hoy padecemos, asediado de tribulaciones y menosprecios a los derechos humanos, en un mundo como éste, de tan deficitaria probidad, hay que reivindicar los nobles aparejos de la inteligencia, los métodos humanísticos de la razón, de los que esta Universidad -por cierto- fue foco prominente. Quizá se trate de una utopía, pero la utopía también es una esperanza consecutivamente aplazada, de modo que habrá que confiar en que esa esperanza también se nutra de las generosas fuentes de la inteligencia. Leer un libro, escuchar una sinfonía, contemplar un cuadro, son vehículos simples y fecundos para la salvaguardia de todo lo que impide nuestro acceso a la libertad y la felicidad. Tal vez se logre así que el pensamiento crítico prevalezca sobre todo lo que tiende a neutralizarlo. Tal vez una sociedad decepcionada, perpleja, zaherida por una renuente crisis de valores, tienda así a convertirse en una sociedad ennoblecida por su propio esfuerzo regenerador. Quiero creer -con la debida temeridad- que el arte también dispone de ese poder terapéutico y que los utensilios de la poesía son capaces de contribuir a la rehabilitación de un edificio social menoscabado. Si es cierto, como opinaba Aristóteles, que la “la historia cuenta lo que sucedió y la poesía lo que debía suceder”, habrá que aceptar que la poesía puede efectivamente corregir las erratas de la historia y que esa credulidad nos inmuniza contra la decepción. Que así sea”





viernes, 12 de abril de 2013

PALABRAS NO LLAMADAS







Nunca me he arrepentido de no haber dicho” te quiero”. Siempre fui un valiente ingenuo ante el altar de mis diosas. Aquellos ojos nuevos en romances, tanteando el fracaso, siempre derramaron su ansiedad entre taquicardias de delirios y tardes de imaginadas caricias.

La primera de ellas dio un "no" como absolución a todos mis pecados, liberándome de aquel olor que impregna a los cuerpos enamorados y dejando volar  mis lágrimas al mar de un Ulises perdido.

En ese mar ando buscando esas lágrimas para aliviar la sed que me dan mis paranoias, en ese mar me dejo hundir cuando los días presionan mi pecho y mil caballos taconean mis entrañas.

Aquel solitario que se bronceaba al calor de sus sueños, aquella fuente de hierro y agua de nieve, aquella brisa vestida de rayas, hoy se agarra sin salvavidas a su sombrero de paja, esperando que alguien escuche en silencio el destino divino de sus palabras.

Hoy sigo diciendo “te quiero” en todos los idiomas del alma, perdido en el bosque encantado que son los brazos de mi llorona enamorada. 

Para ella grito estas palabras y le propongo no arrepentirse de las palabras no llamadas.



                                                       Reo de ansiedad, 
                                                                     bebí las ascuas                                           
                                                                     nocivas del deseo, apresuré los ciclos
                                                                     de la furia, gané lo más perdido.

                                                                                    J.M. Caballero Bonald