viernes, 20 de septiembre de 2013

ESPÉRAME CAIRO













A mi segunda sombra

Silueta de carbón con ojos de lejanía.
Monte suspirante con cabeza de perro.
Refunfuñón con acento y sangre de carretera.
Amigo y ritmo de un Blues y un Jazz.
Dulce cobijo a cuatro patas.

Yo que quería canela
y encontré leal noche.

Dedico estas letras a tu locura
y a la última vuelta de tu descanso.

Mientras, ya se que me estarás esperando.








miércoles, 18 de septiembre de 2013

TÉ VERDE CON ACEVEDO










Al ver caer una pluma y su espiral en el aire,
pensé irme a otro tiempo
en el que no hiciese sentir dolor
a los que me aman.

Verterme en la noche de los poetas,
quemarme con labios de manzana.
Otro tiempo donde la sed colmada,
me haga olvidar el miedo que hay en la noche.

 Sentí el amargo del té verde,
aprendí que en los sueños hay otras vidas.
Del llanto en el dolor
recogí semillas de esperanza.

Dime río que tu agua será mi aliento.
Dime viento que no estoy solo.






sábado, 7 de septiembre de 2013

DISLEXIA








Un jolgorio de burbujas con aire de lluvia
corretea entre las piedras, buscando una boca
donde vaciar oscuras presencias.

La lluvia limpia el rubor de las flores resbalando
por toboganes que caen hacia la tierra,
por tejados donde los pétalos hacen
de gárgolas que ahuyentarán
a brujas, demonios y otros espíritus.

¡Llueve! Estampida en el concierto
de jóvenes libélulas, los cristales presumen
de reflejos en gotas de chaparrón.
Mi dislexia en el espejo me sugiere
abrigarme con una manta de tristeza.

La lluvia jadea en mi pecho,
la lluvia afina mi corazón.






domingo, 1 de septiembre de 2013

VELETAS DE FE






Creyente de compromiso confieso que mi colección de santitos va en aumento.
Adicto de réquiem, oratorios y lamentaciones admito que mi fe huele a abandono,
 boomerang entre la ruta del pecado y la lujuria de mi cama.
Cuando va, se instala en el evangelio inmortal de las montañas,
cuando viene, huele el miedo y parasita en mi corazón.

¡Entended mis palabras!, el diluvio de misas y latines quebró mi fidelidad
al igual, que la solidez de mis mayores en su credo
caló de humedad celestial el calendario que cuelga en mi cocina.
Esa madeja con olor a incienso y pastel de manzana de Eva
abraza mi altar de santitos, unas veces convidándolos a ron
y otras golpeando mi pecho con cruces de clavos de pan blanco.

De momento me arrimo a mi mañana de “lux aeterna”
invitando a churros y anís al rosario de la aurora.