viernes, 9 de octubre de 2015

Y A LA MUERTE SE LE PUSO LA PIEL DE GALLINA







Hijo de un Dios ajeno
-incompleto  de infancia-
creo en la simetría de los pájaros
volátil  y acabada.
En la ley de la carne que se inclina
ante el hambre del tigre
colmada de belleza.

Desde esta certidumbre con paso de elegía
manifiesto  que cuando el ritmo de la luz
me vierta en el ocaso,
quiero una despedida azul y digna
que me suelde al lugar
que hermana la alianza
entre la libertad
y la narcosis dulce de la muerte.


Es por esto que digo:

Andrea, duerme bien acurrucada,
pronto se irá la queja
y tu calma traerá los argumentos
para creer de nuevo
en ese extraño Dios
y poner a la muerte
la carne de gallina.