jueves, 26 de mayo de 2016

HEREDEROS DE LA BASURA









Poema perteneciente a la antología "Poesía ante la

represión"


Un cuerpo de piano,
ochenta y ocho teclas:
treinta y seis piezas negras
y cincuenta y dos blancas.
El mismo diapasón que compartir
con raíces profundas en el centro del pecho.





Levanta la cabeza por una puta vez


y contempla el perfil sombrío de la calle.


Echa un vistazo a aquellos a los que das la espalda.

Los ignorados, solos, retraídos, aquellos

 a quienes cierras siempre las fronteras.

Almas en liza, mudas, ninguneadas, curvas.

Que arrastrando los pies por las aceras

sufren nuestras limosnas

inmersos en su mundo de cartón.

Con la cabeza gacha, la mirada perdida,

zaheridos y apartados en el ángulo muerto,

donde nadie les presta un soplo de favor.

Venzamos lo que nunca podremos olvidar.

Que repique el piano de nuestra alma,

la música que a todos hace afines.

Serán ochenta y ocho las teclas a poseer

ochenta y ocho voces al unísono

ochenta y ocho metas que batir

con la sola intención

de aliviar su lamento resignado,

 la desnudez que duerme en sus ropajes.

Somos el resultado de la suma

de cien mil agujeros, negros y derretidos,

ellos en nuestro error,

quizás son los hombres de espíritu más libre,

los que cuando les pica, tienen la valentía

de rascarse los huevos.




Al pueblo sirio