miércoles, 17 de octubre de 2012

LA CABEZA DEL DRAGÓN





 Y todo empieza acariciando una pecera en donde flotarán junto con pepitas de alcohol, los espíritus del vino, sus amigas las medusas, lágrimas del mar, y quizás también la deseada piedra filosofal.

 El cobre de Venus nos regala sus mapas de turquesas y nos pide que tratemos con bondad sus viejas cicatrices, cosidas bajo el fuego de la luna. El lagar recogió el olor de las manzanas de octubre y un palpitante corazón de uva, bombeará su sangre sobre las venas de una tierra ya dormida.

Se lacra la bóveda de Dioniso para dar comienzo al reinado del sigilo y la espera. Comienza la trasmutación de la sensatez a la locura, del calor al frío, del vapor de las ideas al sedoso líquido de la verdad; se establece la unión de los contrarios.

El hálito de la vid corretea por el serpentín buscando la salida, canta su envidia a las campanas de la mañana, para comenzar a atravesar el túnel del tiempo. En su recorrido apuestos abencerrajes de la Alhambra, aquelarres de religiones bastardas y fiestas en las tabernas del alma.
  La alquitara empieza a hablar gota a gota, palabra a palabra, mientras la alquimia mezcla sus ingredientes que ya no son secretos. En el patio ahora reinan los olores de la vida, los sonidos del cielo, los colores de la tierra.

 Lo invisible se hace visible , se espiritualiza la materia y se materializa el espíritu.

 Felix qui potuit rerum cognoscere causas (Feliz el que puede conocer las causas de las cosas).

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