Alegres son tus ojos al saberte
esponja que reclama a la tierra
las manos de la dignidad,
derritiendo tu manteca
para limpiar las úlceras
que abrirá el largo verano
reseco de aceitunas
y polvo lejano del desierto.
Acunaste tanta hambre
del lado de tu piel
y las estrellas,
como si el futuro
se amasara al morder tu boca
despejando cielos,
perfumando niños.
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