sábado, 25 de febrero de 2012

Olor de violetas


Un momento
En un perchero colgué mi tristeza de alquiler
esperando despertar por el taconeo de mi pluma.
Mirándolo descubrí la caída de mis días
y sin querer apagué la hoguera de mi consejo.
La rectitud me empujó a un laberinto
y la curva al llanto de la mañana.
¡ Espera!, le dije a la pena.
No me retires tu manto de agua.
No me lleves a lo inevitable,
a lo infinito, a lo pasajero.
Y tal que así, húndeme
en la nevada montaña.



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