Desde mi cárcel
Y de repente el sabor a sonrisa de
caramelo
se vuelve miedo y prisión.
El aire es viejo y pesado
-el mundo se para, las flores no
huelen-
Yo quiero correr pero mi cuerpo
y su sombra me han dejado.
Mi cara se hiela y
mis lágrimas se pierden en otras mejillas.
El tiempo sigue cayendo
las miradas no paran de juzgar
y yo no encuentro el rincón de mi
descanso.
Y de repente sé lo que quiero
pero no sé lo que soy.
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