El viernes que viene ya hace tres años sin Benedetti.
Su
ausencia nos sigue pesando y se eterna sonrisa nos siembra de futuro.
Si Dios fuera una mujer
¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin
inmutarse,
vaya, vaya si Dios
fuera mujer
es posible que
agnósticos y ateos
no dijéramos no con
la cabeza
y dijéramos sí con
las entrañas.
Tal vez nos
acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies
no de bronce,
su pubis no de
piedra,
sus pechos no de
mármol,
sus labios no de
yeso.
Si Dios fuera mujer
la abrazaríamos
para arrancarla de
su lontananza
y no habría que
jurar
hasta que la muerte
nos separe
ya que sería
inmortal por antonomasia
y en vez de
transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su
inmortalidad.
Si Dios fuera mujer
no se instalaría
lejana en el reino
de los cielos,
sino que nos
aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no
cerrados,
su rosa no de
plástico
y su amor no de
ángeles.
Ay Dios mío, Dios
mío
si hasta siempre y
desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo
sería,
qué venturosa,
espléndida, imposible,
prodigiosa
blasfemia.
M. Benedetti
M. Benedetti
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