jueves, 29 de noviembre de 2012

MIS CONSTELACIONES FAMILIARES


  



                                                                                                             Dedico estas palabras a las manos 
                                                                                                             siempre llenas  de Andrés M.
                                                                                       al calor de la amistad de Miguel P.
                                                                                                             y al silencio compartido de Andrés S.  
                                                                                                             

Me gusta la sensación de ver el mundo detrás de mi pelo despeinado. Al doblar mi cabeza hacia adelante y ver mi presente, veo como juguetean todos los colores del arco iris sobre el azabache de mi cabello.
Te sientes en una posición privilegiada, no estás en primera fila, estás tras las bambalinas, protegido tanto de los piropos de la gente como de sus fracasos, sólo tú y el viento, sólo el viento y tus latidos.

Me gusta meter mis manos en los bolsillos del pantalón y buscar entre mis dedos pequeños anises que guardan en su memoria los cinco sabores de mi piel. Mientras, apoyo mi frente sobre el cristal ya caliente por el sol e intento olvidar todo lo que sé de mí. 
Mis manos arañadas por los despistes, recogen el calor de mi cuerpo y bombean esa sangre caliente de hogar a mis dos corazones, que contentos aullarán por haber sabido compartir tanto las verdades como las mentiras.

Me gusta sentir el abrazo de mis amigos. Allí entre nuestros cuerpos la palabra patria encuentra toda su expansión, en ese momento el tiempo comparte toda su eternidad y los instintos  se convierten en el camino a seguir.
La sensación de equilibrio desaparece de nuestras cabezas y los pensamientos se mezclan entre ellos para formar un sólo ente y así combinar todas nuestras miserias con nuestras virtudes, los silencios con las risas y los sueños con las obligaciones.

Me gusta la ansiedad que a veces siento en el filo de mi garganta de tener que expresar algo con palabras. Tales palabras están esparcidas por todo mi cuerpo, cada una son de un país extranjero pero todas hablan el mismo idioma.
 El eco de mi voz llamará a las palabras y éstas se unirán por el latir de una sola corriente. Mis manos las abrigarán y el magnetismo del mercurio hará el resto.
    
  

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