domingo, 1 de septiembre de 2013

VELETAS DE FE






Creyente de compromiso confieso que mi colección de santitos va en aumento.
Adicto de réquiem, oratorios y lamentaciones admito que mi fe huele a abandono,
 boomerang entre la ruta del pecado y la lujuria de mi cama.
Cuando va, se instala en el evangelio inmortal de las montañas,
cuando viene, huele el miedo y parasita en mi corazón.

¡Entended mis palabras!, el diluvio de misas y latines quebró mi fidelidad
al igual, que la solidez de mis mayores en su credo
caló de humedad celestial el calendario que cuelga en mi cocina.
Esa madeja con olor a incienso y pastel de manzana de Eva
abraza mi altar de santitos, unas veces convidándolos a ron
y otras golpeando mi pecho con cruces de clavos de pan blanco.

De momento me arrimo a mi mañana de “lux aeterna”
invitando a churros y anís al rosario de la aurora.








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