martes, 11 de marzo de 2014

DROGAS PARA EL DOLOR











¡Saludos Nolotil 575 mg!  has tardado mucho tiempo en llegar a mis manos de hierba y lactosa y es que nunca te quise en mi caja de lata mezclando tu olor seco con mis otros amores de miel de castaño, manzanilla y ampollas de mar. Como un beso del que sabes que ya nunca te desprenderás, anoche te metí en mi cama para aliviar el exceso de trabajo de unas muelas cada vez más castigadas por el peso de la mordida y por unos genes demasiado fieles a los postres de las tascas. Porque cuando sientes que la boca quiere reventar sus excesos, que un puño en tu mejilla puede ser el mejor aliado para tu dolor, que la pared en tu cabeza podría ser un buen disfraz, te conviertes en ese infiel que ya no reza a Dios sino al más íntimo de tus principios, el metamizol magnésico; a partir de ahí ya adicto de tu música.

Entonces la carne deja de palpitar, el alcohol del vaso deja de ser tu alimento, la taladradora abandona su maldad y te dejas mecer por el sueño que ya empieza a vencer a la punzada. Siento mi traición al más que seguro poder de la mente, al árnica amarilla de la montaña, al barro que bebe el mal de las charcas, pero el dolor te convierte en alguien manipulable, en estúpido anticipo, en blando algodón entre ráfagas y granizos. Sin dolor se respira mejor, sin dolor el amor se alarga, sin dolor tus deseos ya no mueren de hambre, sin dolor hay luz y la noche se calla.
Y es por esto que recomiendo y es mi consejo, el crudo pimiento, la plata que depura a los parásitos del alma, la caléndula para los paraguas rotos por el sol y el “Nonotil” para el desconsuelo de dentaduras descuidadas de infancia.





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