Números
Nunca tuve oído para escuchar a los números; su música desafinada nunca germinó entre mis lápices sin punta.
Nunca hallé sensualidad en las curvas de un ocho, ni bajo sus torneados senos al sol.
Entre aquellos a los que llaman primos, nunca sentí calor familiar y Pi nunca se rindió a mis encantos.
Me fueron presentados por manos de tiza, compás, cartabón y flautas dulces,
para continuar su peregrinación en trayectos bizcos por el humo en zigzag del tabaco.
Por un cielo vestido de estrellas en minifalda, de seis y nueve puntas,
disfruté de dulces aromas , amaneceres de resaca y sábanas planchadas.
Pero ceros de envidia encubrieron mi linaje y mi amor por aquella niña y su piel rosada.
Para claudicar enredado en el laberinto de un abecedario de letras y cálamos.
Adormecido por la altura de la poesía y por el éxtasis en mi boca al recitar
la oración que invoca a la melancolía.
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