lunes, 4 de febrero de 2013

NÚMEROS, TABACO Y PIEL ROSADA



Números


Nunca tuve oído para escuchar a los números; su música desafinada nunca germinó entre mis lápices sin punta.

Nunca hallé sensualidad en las curvas de un ocho, ni bajo sus torneados senos al sol.

Entre aquellos a los que llaman primos, nunca sentí calor familiar y Pi nunca se rindió a mis encantos.

Me fueron presentados por manos de tiza, compás, cartabón y flautas dulces,
para continuar su peregrinación en trayectos bizcos por el humo en zigzag del tabaco.

Por un cielo vestido de estrellas  en minifalda, de seis y nueve puntas,
disfruté de dulces aromas , amaneceres de resaca y sábanas planchadas.

Pero ceros de envidia encubrieron mi linaje y mi amor por aquella niña y su piel rosada.

Para claudicar enredado en el laberinto de un abecedario de letras y cálamos.

Adormecido por la altura de la poesía y por el éxtasis en mi boca al recitar
la oración que  invoca a la melancolía.



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