Foto Kike
Hoy hablaré de la lluvia en mi patio, de mi trocar entre yemas de vida, del viaje del vaho en mi casa y de mis amores y susurros trovados.
Bienvenidos al horadar de la lluvia sobre la cara.
Cráter de descanso, donde las preguntas duermen para siempre.
Chaparrón de burbujas que coleccionan las miradas de miles de hombres.
Bienvenidos al grácil camino que deja el hombre oruga antes de trasmutar.
Instantes de vida que agrupamos en días y semanas.
Paradas del tiempo en donde las alas unas veces nos llevan a un cielo
y otras salpicados de barro nos precipitan a la noche oscura.
Bienvenidos al tenue aroma de las violetas de marzo.
Chispas de humedad perfumadas con un olor repentino,
sólo descubierto por las manos que se elevan entre los caracoles del incienso.
Bienvenidos al temblor de mis manos al acariciar el vientre de mi amada.
Calor dilatado que abrigará mis hombros doloridos
cuando el látigo del viento del norte sople frío.
Bienvenidos a la música antigua de mis mañanas.
Sus lisonjas en ramilletes me alivian el alma, atenuando las cargas
propias y olvidando las impuestas por miradas intrusas.
Bienvenidos a mi mundo de espinas de azúcar, de palabras escondidas,
de miradas de lealtad y de tréboles de siete caras.
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