jueves, 15 de agosto de 2013

ATUNES EN EL PARAÍSO





De rodillas el levante anida en la bahía,
la Caleta revienta cegada por las ansias de vivir,
cientos de almas y sus caracolas.
 Ventanas  hacia calles de humedad,
la mar en cajas de perlas de corcho y picos de pan.
Anuncios de arcoíris en escamas de sal,
Cádiz se viste de plata vieja y ciega a la mar.


 El abrazo busca los pulsos de la sal, las farolas se lían con las trenzas y las ganas de volar,  entre las aceras un caminito de caballas que te lleva en procesión a una de esas parroquias del talento, relicario de gritos y miradas, de paredes de piedra ostionera, en busca del patrón de la orden de la guasa, San Carajote del Chicharrón; por si no lo he dicho estamos en Casa Mantecas.

República sin himnos ni fronteras donde la carcajada cura las heridas del frío, donde uno deja de ser ese orgulloso de secano para empezar a sentirse aguja de verde pino, flamenco en la marisma y tiempo sin tic-tac de reloj. Ya la gente levanta la voz, el brindis saca pecho y un moreno de ojos rasgados al escuchar la súplica de ¡dime palabras con amor!, dice con mucho arte: “amortiguador”; por si no lo he dicho estamos en Casa Mantecas.

Las levaduras en crianza bajo el velo de flor, corretean por los bigotes de unas gambas  sonrojadas, los piropos en escabeche se escurren por las gargantas, las pateras ya no existen, ahora son barquitas con rumbo al albero de alguna sevillana del mes de abril.


Llegó la hora del encogido adiós, renovado el espíritu nos vamos a soñar con nuevos universos de besos blancos, a cantar en nuestros brazos soñadores alfileres de colores; por si no lo he dicho estamos en Cádiz , Casa Mantecas.






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